Se encuentran dos señoras en
el Colón y una de ellas, mirando fijamente
a la otra, le pregunta: –¿Carmencita? –¡Sí, soy yo! –¡Qué gusto verte! Hacía por lo menos 25 años que no nos veíamos. Casi no te reconozco. ¡Pero, cómo estás de acabada! Oye, si quieres, te doy el teléfono de mi estilista, que es el mejor de Bogotá, para que te arregle ese pelo. –¡Hola, Marta María! Si no fuera por el vestido que tienes, nunca te hubiera reconocido. |